sábado, 2 de agosto de 2014

El hombre que se comió una manzana


Se comió una manzana el 14 de abril
y le brotó en la panza un árbol.
Un árbol de una de las tantas semillas que había comido
y que habían vivido en la manzana desde que esta vino al mundo.


Se asustó solo al principio,
cuando empezó a germinar la semilla;
y se sintió luego contrario de sí mismo
cuando las raíces iniciaron su repetido ritual
de anclar los dientes,
esta vez en las paredes de su estómago
y no en el campo de su barrio.


Pero pronto empezó a sentir que esa manzana podía ser la constitución de sí mismo.
 
Sin embargo, aún se sintió peor de nuevo cuando la sabia empezó a colarse por sus venas,
sus arterias, por su coronaria izquierda.
Entonces, quiso desaparecerse de sí mismo
y dejar que la sabia hiciera lo debido con su cuerpo.

Cuando la sabia elaborada fue llegando al corazón,
lo vio latir de lejos,
ondulante,
presionando el mundo desde dentro,
y se encontró con un problema rapaz:
que su corazón ya era,
desde antes,
una manzana.


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