Puedo oír la voz de tus entrañas
revolviéndose en tu garganta.
Puedo oírte.
Puedo oír tu voz y
percibirte como un eco
que se desliza por tormentas de hastío.
Puedo oírte,
y no voy a escucharte,
no voy a leer tu cuerpo,
de tobillos a ojos,
no voy a atraparte,
ni pienso captarte;
puedo oírte
pero sólo quiero discernir la
ansiedad
del hambre.
puedo oírte, pero voy a callarme.
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