Tanto amar, tanto amar
No soy ni la primera ni última que irá a mirar tan
atrás en el tiempo y que buscará, entre los ecos que suelta la lírica de tipo
tradicional castellana, toda la ternura y densidad simbólica que necesita para
quedarse atrapado de nuevo en la literatura para, en última instancia,
reescribir unos versos incadescentes en este océano bibliofílico.
La primera jarcha que leí, y no solo la que leí, sino
la que memoricé, porque me obligaron, sin más, fue la que dice:
¡Tant amare, tant amare,
habibi, tant amare!
enfermeron welyos gayados
ya duolen tan male.
Empieza también Ada Salas su Alguien aquí.
Notas acerca de la escritura poética explicándonos de una manera
bellísima cuál fue la primera jarcha que leyó. Del mismo modo empiezo
explicando cuál es la jarcha que después de tantos años sigue resonando en mi
memoria entre tantas olas de soledad y desamparo. Tanto amar, tanto amar...
Lo cierto es que impacta. Impacta que en este mar
mental estén sumergidas tanto la Piramidal, funesta, de la tierra
nacida sombra, al Cielo encaminaba / de vanos obeliscos punta altiva, escalar
pretendiendo las Estrellas como el airecillo en los mis
cabellos, y aire en ellos.
Al civil de la calle poco le importa en qué caracteres
estén las jarchas, las dificultades paleográficas que se deriva de esta lírica
andalusí medieval o por qué existen, simplemente. Quizás a ti, que ya has leído
hasta el quinto párrafo te interese, pero voy a saltarme las partes materiales,
tanto de las jarchas como de los villancicos.
La jarcha (en árabe, خرجة jarŷa, "salida" o "final") tiene el poder de expresar lo que… ¿lo que
parece que no puede expresarse con palabras? No sabría cómo decirlo porque me
quedo sin palabras, del mismo modo que parece que se quedan sin voz explícita
las voces de las jarchas. Es extraño de explicar. En el prólogo de Locus
amoenus. Antología de la lírica medieval de la Península Ibérica, en
Galaxia Gutenberg (2009) (de Alvar y Talens) se dice que son,
fundamentalmente, cantos de amor puestos en boca de una mujer desconsolada, que
se queja ante su madre por la ausencia del amado, y por los sufrimientos que
padece por culpa del amor, de un amor, además, que es amor “gozoso”
y apasionado. Entiendo que no vayáis corriendo a pedir prestado de
la biblioteca más cercana un libro de las jarchas. Lo comprendo a la perfección.
Esto por lo que se refiere al plano del contenido.
Pero lo que de verdad es interesante en las jarchas es cómo se expresa ese
contenido. Lo que puede llegarnos muy hondo a los lectores del siglo XXI ―o
finales del XX principios del XXI, como queráis― es cómo sugiere y cómo
dramatiza esta poesía. Nos preguntábamos más arriba si quizá la jarcha tiene el
poder de expresar lo que no puede expresarse con palabras. En este punto reside
la clave. No nos interesa el contenido de la jarcha, sino su no-contenido.
Por ejemplo, si leemos,
Si keres komo buon a mib,
bejame ida-l-nazma duk:
bokella de habb al-muluk
(versión de mozárabe)
|
Si me quieres como bueno a mí,
bésame, pues, esta sarta de perlas:
boquita de cereza.
(versión en español contemporáneo)
|
¿de verdad nos vamos a quedar con lo “megacuqui” que
es que le llame boquita de cereza? Nada más lejos. Por cierto que
esto no es privativo de las jarchas.
Simplemente, pasen y lean los siguientes villancicos
(viene de “villano”, el que vive en la “villa”):
Porque duerme sola el agua
amenece helada.
Y vamos a reelerlo, porque creo que no lo has
entendido bien:
Porque duerme sola el agua
amenece helada.
¡Tela! Que digan din, que digan dan, / que
digan todo lo que querrán.
Poco que añadir. Salvo que es punto importante
reservarse las espaldas y que por ello hay que decir que quizá estemos
enalteciendo la lírica tradicional pensando que su valor radica en algo que no
existe en sí mismo. No tenemos pruebas. No podemos ponerla bajo el microscopio.
Pero realmente “creo” que el potencial surge al conseguir expresar lo que no se
expresa formalmente. No podía ser de otro modo. Sí, eso es. No podía ser de
otro modo.
Y es que además, en un mundo donde hay niña(s) en
cabello y amigos (ya nos entendemos, con eso de
amigo) que se duermen en la sombra de mis cabellos, hasta hay
espacio para el juego formal (al modo, casi, de un juego de patio):
Asómate a esa vergüenza,
cara de poca ventana,
y dame un jarro de sed
que vengo muerto de agua.
¿Y nos creíamos modernos? Si esta cancioncilla
nos pudiera ver, se descojonaría de nosotros. Finalmente, esta es
simplemente una pequeña parte de toda la gran aventura que representa esta
literatura.
Vale.
Exlente entrada, muchísimas gracias por dejarla p0ara poderla leer. No sabia nada de ésto
ResponderEliminarUn abrazo